La normalidad democrática sólo se podrá alcanzar a través de un proceso constituyente que permita elegir entre la monarquía o la democracia republicana.
Un 22 de noviembre de 1975, dos días después de la muerte del dictador Franco, las Cortes franquistas proclamaban a Juan Carlos I como rey de España. Con motivo del 50 aniversario de la restauración borbónica, el Encuentro Estatal por la República, espacio unitario del movimiento republicano ha emitido un manifiesto, bajo el título ¡Nada que celebrar!, en el que denuncian los 50 años del secuestro a la ciudadanía de su derecho a decidir la forma de Estado.
«La historia que hoy se pretende conmemorar está construida sobre un pasado imposible de blanquear», se dice en el manifiesto, y se recuerda que la «monarquía, desterrada democráticamente por la ciudadanía en 1931, solo pudo volver gracias a la dictadura franquista».
La restauración monárquica, explica el manifiesto del Encuentro Estatal por la República, se hizo bajo el marco legal franquista, en el que el rey Juan Carlos I juró fidelidad personal, política y doctrinal a Franco en el acto que lo proclamó sucesor a título de rey.
La restauración no fue un proceso democrático, ya que se hurtó a la ciudadanía poder elegir entre monarquía o república y se blindó un modelo de Estado en una Constitución que la incluía como elemento no negociable.
De la forma de aquella imposición se deriva que en la actualidad se siga sin permitir que la ciudadanía decida en referéndum la forma la forma de Estado; se demonice el republicanismo y queden impunes conductas delictivas derivadas del modelo.
Para el Encuentro Estatal por la República, la Transición, durante la cual recuerdan que fueron asesinadas más de 120 personas hasta junio de 1977 en un contexto de falta de libertades e impunidad policial y de los grupos fascistas, impuso unas limitaciones democráticas que aún seguimos arrastrando. La normalidad democrática, se afirma en el manifiesto, sólo se podrá alcanzar a través de un proceso constituyente que permita elegir entre la monarquía o la democracia republicana.
Fuente: Mundo Obrero








