Ayer, a las 19:00 horas, la conocida como plaza 25N de Albacete acogió una concentración cargada de reivindicación. Velas encendidas, flores depositadas en memoria de las víctimas y el eco de sus nombres resonaron entre quienes se congregaron para alzar la voz contra las violencias machistas. Un manifiesto leído colectivamente y cinco minutos de silencio se transformaron en un acto de denuncia y compromiso colectivo.
Esta fecha no es solo un recordatorio de las vidas arrebatadas, sino una denuncia a las estructuras que permiten que estas violencias sigan existiendo. No basta con lamentar cada asesinato; es imprescindible señalar las raíces de este problema: un sistema patriarcal que encuentra complicidad en instituciones, medios de comunicación y hasta en discursos que relativizan la gravedad de esta violencia.
El acto también dejó claro que la violencia no se limita a los feminicidios. Esta se extiende a formas como la económica, la psicológica o la sexual, y se perpetúa en espacios donde la pornografía o la trata mercantilizan los cuerpos de mujeres y niñas. Por ello, las demandas del movimiento feminista trascienden la simple condena moral; apuntan a la necesidad de un cambio estructural, desde la educación afectivo-sexual en las aulas hasta el fortalecimiento de políticas públicas integrales que prevengan, eduquen y reparen.
Albacete se suma así a una lucha internacional por vidas libres y dignas. Este 25N no es solo un día de memoria, sino una jornada de acción política. Es una declaración de que no se permitirá el retroceso en los derechos conquistados y de que la lucha por la igualdad es inseparable de la lucha contra el capitalismo que explota y precariza, agravando las condiciones que permiten que las violencias machistas persistan.
En esta plaza 25N, Albacete dejó claro que la lucha feminista sigue viva y necesaria. No se trata solo de recordar, sino de actuar para transformar, porque cada mujer merece vivir sin miedo, sin opresión y con plena dignidad.