El 87% de los emancipados vive con tres o más personas, el 40% no ahorra ni 100 euros al mes y el 35% cobra menos del SMI, según el Consejo de la Juventud.
Salir de casa de los padres no es sinónimo de autonomía en España. Para la mayoría de los jóvenes que logran emanciparse, la independencia significa compartir piso con tres o cuatro personas, destinar más del 40% de su sueldo al alquiler y renunciar a ahorrar o planificar un futuro estable. Así lo revela el informe Un problema como una casa, del Consejo de la Juventud, que retrata una generación atrapada entre salarios insuficientes, precios desbocados de la vivienda y una incertidumbre que lastra sus proyectos vitales.
Siete de cada diez jóvenes que se independizan lo hacen mediante alquiler, y el 87% comparte vivienda, según el estudio. La razón no es la elección, sino la necesidad: con un 35% de emancipados que gana menos de 1.000 euros al mes —por debajo del salario mínimo— y un 40% incapaz de ahorrar ni 100 euros, la economía colaborativa se impone como única opción. «No es emancipación, es supervivencia», resume el informe.
Alquiler: un pozo sin fondo
El coste medio de la vivienda para los jóvenes emancipados ronda los 466 euros mensuales, pero en ciudades como Madrid o Barcelona puede superar los 600. Para cuatro de cada diez, este gasto devora más del 40% de sus ingresos, un porcentaje que la UE considera «riesgo de exclusión». Además, casi un tercio necesita ayuda familiar para pagar el alquiler, y el 50% enfrenta conflictos con caseros, principalmente por falta de mantenimiento de las viviendas.
«La situación es un círculo vicioso: compartes piso para reducir gastos, pero los salarios no suben, los alquileres no bajan, y terminas estancado», explica una fuente del Consejo de la Juventud. El resultado es una tasa de emancipación del 14,8%, la más baja desde 2006, según datos del Observatorio Joven de Vivienda.
Sin ahorros, sin futuro
El informe destapa otra realidad cruda: el 80% de los jóvenes compraría una vivienda si pudiera, pero el acceso a la propiedad es un lujo inalcanzable. Entre los pocos que logran hipotecarse, casi la mitad necesitó avales o ayuda económica externa. Mientras, el alquiler se consolida como una trampa: el 45% de los jóvenes paga fianzas de dos meses o más, y solo el 15% vive en viviendas con certificado de eficiencia energética.
«La precariedad no es solo económica, es vital. Sin capacidad de ahorro, sin estabilidad, muchos posponen formar una familia, cambiar de trabajo o incluso seguir estudiando», señala el estudio.
El Consejo de la Juventud exige medidas inmediatas: ampliar el parque de vivienda pública asequible, regular precios de alquiler —como la Ley de Vivienda incumplida en varias comunidades— y ampliar ayudas directas. «No es un problema individual, es estructural. Las administraciones deben coordinar soluciones reales, no parches», reclama el organismo.
También pide combatir la temporalidad laboral y subir salarios: el 60% de los jóvenes emancipados tiene contratos inestables, lo que agrava su vulnerabilidad. «Si no se actúa, España condenará a otra generación a la dependencia familiar o a la emigración», advierte el informe.
Mientras, los pisos compartidos siguen siendo el único refugio posible. Un símbolo de una juventud que, incluso emancipada, sigue esperando una autonomía real.
Fuente: Mundo Obrero