Ayer 22 de octubre, tuvimos la suerte de contar con la presencia de Toni Mejías en Albacete en un encuentro-charla presentando su libro HAMBRE: Mi historia frente al espejo. Esta actividad se encuadra dentro del Festival Solidario Semana en Locura, Lo-Cura, organizado por la asociación Quieremebien – Asexorate y se dio lugar en La Casa Vieja.

En 2019 a Toni Mejías le fue diagnosticado anorexia, un trastorno de la alimentación. En su proceso de curación decide escribir todo su desarrollo y pensamientos, para posteriormente decidir publicarlo en el libro HAMBRE: Mi historia frente al espejo y así quizá, poder ayudar con su vivencia y experiencia a cualquier persona que pudiera sentirse identificada.
Aprovechando su paso por Albacete, Toni Mejías tuvo la amabilidad de atendernos y pudimos hacerle algunas preguntas.
En tu libro Hambre, cuentas tu experiencia con la anorexia y los problemas de salud mental. Vivimos en una sociedad patriarcal donde nos enseñan que el hombre no debe mostrarse débil ni vulnerable y además vienes de un mundo, el Rap, donde existe esa “batalla” de egos, esa pose de tipo malo que dicen que se debe tener… ¿Crees que este entorno pudo ser un agravante para desarrollar la enfermedad?
Está claro que el entorno puede afectar y el rap, durante muchos años, ha sido un ambiente especialmente tóxico. Muy competitivo, incluso, muchas veces, entre los componentes de un mismo grupo. Hacer canciones donde se mostraran sentimientos personales, al menos en el Estado español, estaba mal visto. En ese contexto, es lógico que hubiera pocas mujeres y los conciertos fueran un puñado de tíos mostrando su hombría. Por suerte, la mayoría ya rompimos con ese contexto y pese a que sigue habiendo vacile y ego trip, el ambiente que se respira es otro. Como es lógico todo lo que supone exposición y exigencia puede afectar. Por suerte, tras hacerlo público, me he sentido muy arropado también con compañeros raperos.
Los trastornos alimenticios afectan más a las mujeres, por la presión que el patriarcado ejerce sobre ellas, pero tú como hombre también sufriste anorexia. ¿Crees que hay una presión distinta, o tal vez menos visibilidad, para los hombres que padecen estas enfermedades?
Sigue siendo una enfermedad que sufren mayoritariamente mujeres y son quienes mayor presión estética siguen sufriendo. Eso hay que dejarlo claro siempre, porque es la realidad y, por desgracia, no vamos a mejor. Cada vez son más jóvenes, incluso niñas, quienes sufren un TCA. Ya en primaria comienza a detectarse casos y es terrible.
En cuanto a los hombres, creo que hay un infradiagnóstico. Que hay muchos más casos de los detectados porque los hombres suelen ocultar sus problemas y cuesta mucho más que asuman que tienen algo que solucionar. También, en este grupo de personas, es más común la vigorexia, que es la obsesión por el estado físico. También es un trastorno mental y alimentario, pero que se acepta socialmente. Se entiende como una práctica saludable y se le otorga una fuerza de voluntad a la persona y se le aplaude cuando realmente tiene un problema. También la anorexia hasta hace poco, en determinados círculos, era aceptada.
El vigilar lo que comemos para tener una dieta equilibrada y sana, hacer deporte o moderar o eliminar el consumo de alcohol no es algo malo, al contrario, es lo deseable. Con todo el bombardeo que tenemos en redes y prensa sobre el físico, cuerpos normativos… ¿No crees que hace falta educación y una campaña global donde expliquemos y eduquemos en la necesidad de estas cuestiones de una forma sana?
El principal problema de esto es que casi siempre se hace en contra de los cuerpos gordos. Se busca que existan cuerpos delgados, no sanos. Y existen personas flacas que, por su constitución, genética u otros motivos, se mantienen flacas pese a comer fatal. Y hay gente sana que tiene un cuerpo gordo, pero hace deporte, se alimenta variado, sus análisis están bien, pero al ser gorda o gordo se le clasifica como no sano y se le culpa. También está mal moralizar o demonizar alimentos. Es necesario trabajar en la diversidad, tanto corporal como de alimentos. No pasa nada por comerte un día un donut, tomarte una cerveza o quedarte en casa sin hacer nada. Pero te cargan de culpa y no es el mejor camino para llevarte bien con tu alimentación. Pero todavía, la mayoría de nutricionistas son pesocentristas y la salud no la determina tu peso ni tu forma corporal. Es solo un pequeño porcentaje de esa salud.
Desde hace no mucho han surgido numerosos “coachs” como puede ser Llados, donde además de estafar económicamente a gente joven, mayormente, su mensaje se basa en: no duermas, haz ejercicio desde las 4 de la mañana, descansar es perder, crecimiento personal, tener barriga es de pobres, aléjate de quien te diga que esto es malo, consigue el mejor coche… ¿Cómo crees que debemos actuar como sociedad frente a estos ataques? Desde los medios de comunicación no se está atacando a estos personajes, ni desde el gobierno se está protegiendo a la población de unos mensajes que son claramente sectarios, clasistas, machistas, homófobos…
Nos toca volver a reivindicar la pereza como un derecho. Es difícil porque es un mensaje que está calando y compra parte del discurso de la extrema derecha. Lo que se debe es ofrecer alternativas desde la izquierda. Yo entiendo que un chaval sin expectativas de futuro, al que le están diciendo que no va a tener un buen trabajo, que no va a tener casa en la vida, que estudiar no garantiza nada…En definitiva, un montón de mensajes catastrofistas. Ante esto, es normal que abracen al primer gurú de medio pelo que le prometa el éxito, buenos coches, mujeres, dinero. Una vida de lujo siguiendo simples pasos. Mientras otros te ofrecen discursos distópicos, estos te ofrecen una vida de ensueño al alcance de la mano.
Tenemos que ofrecer alternativas realistas, pero optimistas. No parecer siempre enfadados. Hacer pedagogía, pero alejarnos un poco de la academia y el sectarismo. No tenemos que estafar a nadie ni hablar de un modo impostado, pero no parecer siempre unos gruñones y que ante cualquier fenómeno vayamos a regañarlos y sentirnos superiores. Tenemos que empezar a construir un futuro, a enseñarles que otro horizonte es posible, donde puedes tener una vivienda, un trabajo digno y tiempo para el ocio. Mientras eso siga siendo una utopía, seguirán comprando discursos que prometen la felicidad con dos simples pasos.
“Muchos de los problemas actuales de salud mental se deben a la precariedad. Ante la falta de futuro es normal estar mal”
En tus letras, críticas el sistema capitalista y la opresión que ejerce sobre la clase trabajadora. ¿Cómo crees que el capitalismo afecta la salud mental, especialmente en los sectores más desfavorecidos?
Muchos de los problemas actuales de salud mental se deben a la precariedad. Ante la falta de futuro es normal estar mal. ¿Cómo no estar mal cuando tienes que seguir viviendo con tus padres más allá de los 30? ¿Cómo no estar mal cuando trabajas durante muchas horas para un sueldo que no te permite ni ahorrar? ¿Cómo no estar mal si te dijeron que estudiaras para tener un futuro y este no llega? Los abusos y la desigualdad a la que nos empuja el capitalismo no están rompiendo.
Además, en los últimos años, nos han creado una necesidad de estar siempre produciendo y haciendo cosas útiles. Incluso cuando ves una película, lees un libro o haces deporte, debe tener un fin en tu vida, debe aportarte algo. Se ha criminalizado el descanso y eso es terrible. Si no descansamos, no paramos, no respiramos, no valoramos las cosas más banales, es imposible estar bien. Esa carga de trabajo que nos autoimponemos por culpa del sistema nos puede provocar muchas secuelas mentales.
En una sociedad donde la clase trabajadora lucha por sobrevivir, el acceso a recursos como la terapia o el apoyo psicológico a veces es limitado. ¿Cómo crees que se podría mejorar el acceso a la salud mental en entornos obreros? ¿Cómo afecta a la clase obrera los recortes en sanidad pública en este aspecto?
Creo que la mejor manera de favorecer la salud mental, como señalé antes, sería teniendo sueldos dignos, vivienda, tiempo para el ocio y un futuro esperanzador. Habría mucho menos malestar. También regular determinados discursos que venden ideales inalcanzables como posibles en las redes sociales. Que no exista tanto coach, nutricionista o vendedor de humo en internet que confunde con recetas de éxito es necesario.
En cuanto a la sanidad pública está claro que está deteriorada de una manera intencionada por parte del neoliberalismo. Y podemos exigir mejoras en salud mental, pero está mal en muchos aspectos y hay listas de espera para todo. También habría que hacer un ejercicio para valorar si los precios de terapia en la sanidad privada están inflados aprovechando el momento que tenemos. No soy quién para decidir honorarios ni para valorar el trabajo de gente que se ha dejado el tiempo y los recursos estudiando, pero hay que entender que 70/80 euros por sesión es inasumible para muchas familias. Y esperar 4 meses entre sesiones en la sanidad pública también es inasumible. Es jodido, pero ahora mismo es un privilegio estar sano mentalmente.
Como artista, ¿cómo crees que la cultura y la música pueden ayudar a visibilizar la importancia de la salud mental y su relación con la crítica al capitalismo?
La música tiene un poder de convocatoria que no tienen otras materias artísticas. Y otorga un altavoz que puede llegar en algunos casos a miles de personas. Es más fácil que un chaval de 15 años escuche un grupo reivindicativo que lea a Lenin. Puede que después llegue a esa lectura, a formarse más, a militar, pero para mucha gente (me incluyo) la música fue el primer paso para tomar conciencia política.
En salud mental sucede similar. Ahora que mucha gente conocida la ha normalizado, ha permitido que mucha gente comprenda sus problemas y pueda pedir ayuda. También es cierto que, como en todo movimiento que se hace grande, hay gente que se aprovecha de ello y finge para ganar reconocimiento, compasión o incluso dinero. Pero si es el precio a pagar por hacer tan visible los problemas de salud mental, se acepta. También estaría bien en diferenciar tener un mal día de tener una enfermedad mental. A veces parece que la depresión es tener un día raro y no es así. Es una mierda y hay que hablarlo tal y como es. Edulcorar no creo que beneficie.
Después de todo lo que has vivido, ¿qué mensaje te gustaría dar a los jóvenes, especialmente de la clase obrera, que están luchando con trastornos de salud mental en un sistema que parece ignorarlos?
Que no sientan culpa por no alcanzar el éxito que les habían prometido. Que estamos más expuestos a lo que ellos llaman fracaso que a alcanzar la gloria. Que los problemas que nos suceden a nivel mental son colectivos, no individuales. No somos unos perdedores ni somos peores. Somos gente normal que sufre un sistema que nos quiere separados y nos quiere pobres, tristes y cansados para que se enriquezcan unos pocos. Solo en conjunto y mejorando las condiciones de vida dejaremos atrás muchos de los problemas que nos afectan. Y si seguimos teniendo un problema mental, tendremos para poder pagarlo y buscar salida.
Ya para terminar y para hablar de música y Albacete, vemos que, en festivales de todo el estado, entre los que tenemos en la provincia y muy queridos por ti como son Viñarock o Alterna, en sus carteles no hay prácticamente mujeres. Siempre atacamos el problema en la superficie, como en este caso que los promotores no invitan o contratan a grupos de mujeres. ¿No crees que realmente sí que faltan grupos de mujeres? ¿No deberíamos quizá luchar porque para ellas sea un entorno más favorable y menos violento y que puedan ejercer de una forma más amigable esta profesión? No digo que los organizadores de festivales no tengan su culpa en cuanto a no buscar más, porque hay muchos grupos y buenísimos protagonizados por mujeres, pero quizá deberíamos hacer también porque existan más grupos de mujeres y empezar desde abajo esa tarea de apoyo.
Creo que todo requiere un proceso y durante mucho tiempo se les ha impedido hacer música, pero sí comienzan a haber más bandas y es cuestión de tiempo que se equilibre más. El principal problema es que parece que solo pueden ir bandas de mujeres si son buenísimas. Que un grupo de tías debe ser la hostia, porque si son malas o están empezando enseguida algunos tipejos acusan de que están por la cuota o por enchufe o cualquier mierda así. Y luego los festivales, de siempre, han estado plagados de grupos de tíos mediocres o que están empezando y no ha pasado nada. Lo mismo si no se exige la excelencia y se permite llevar un camino natural hacia tener una banda consolidada, conseguimos más grupos en los carteles tanto en la actualidad como en un futuro próximo. También en el rap había pocas mujeres y ahora hay muchas y que lo hacen genial. Todo requiere un proceso. Pero para ello hay que apostar y dejar que también se equivoquen como hemos hecho todos. Nuestro primer Viñarock hicimos 15 minutos menos de lo pactado, nos saltó la instrumental alguna vez… fue un concierto con varios fallos. Y la gente asumió que era un error, que éramos unos chavales y años después hemos podido encabezar nuestro escenario. Ese proceso a las mujeres a veces se les niega y es injusto.