Durante años, el mes de junio se convertía en una oportunidad de oro para que grandes empresas exhibieran su supuesto compromiso con los derechos del colectivo LGTBI+. Logos arcoíris, campañas de marketing, productos «Pride Edition» y desfiles patrocinados se convertían en la norma. No era solidaridad: era negocio. Hoy, sin embargo, ese despliegue se ha desvanecido. Las grandes marcas callan. El silencio se impone en un contexto de ofensiva reaccionaria internacional. Este junio de 2025 marca un punto de inflexión: el pinkwashing ya no resulta rentable.
Del carro al silencio: cuando todos querían estar en el Orgullo
En años anteriores, corporaciones de todo tipo se sumaban sin tapujos a la ola del Orgullo. En España, marcas como Zara, Repsol o Iberdrola adornaban sus logos, lanzaban colecciones especiales y apoyaban eventos. A nivel global, Disney organizaba desfiles temáticos como el «Magical Pride» en Disneyland París, y celebraba en California el evento «Pride Nite», con entradas a 169 dólares por persona. En redes sociales, estos gestos eran ampliamente publicitados como parte de una estrategia de marca inclusiva. Sin embargo, en 2025, ese despliegue ha desaparecido casi por completo: Disney, por ejemplo, ha mantenido el evento, pero sin promocionarlo en sus canales oficiales.
Retirada en masa: empresas que no han cambiado sus logos este junio
Este año, una larga lista de empresas han optado por mantener su imagen corporativa sin referencia alguna al Orgullo. Algunas de ellas son:
- Telefónica
- Iberdrola
- Repsol
- Mercadona
- Seat
- Adif
- Renfe
- Zara (Inditex)
- Mango
- Santander
- Endesa
- CaixaBank
- Vodafone
- Naturgy
También han mantenido el silencio marcas internacionales como Microsoft, Disney, Starbucks, PepsiCo, MasterCard, Bank of America o Comcast. En la mayoría de estos casos, los logos que en años anteriores se teñían de arcoíris han permanecido intactos.
El efecto Trump y el contagio español: la ofensiva anti-woke
Aunque el epicentro de la reacción está en Estados Unidos, el clima político se ha endurecido también en España. La retórica anti-woke ha ganado espacio en los medios, y la ultraderecha ha convertido el Orgullo en objetivo político. En Madrid, por ejemplo, el Ayuntamiento se ha negado a colgar la bandera arcoíris aludiendo razones técnicas. En Albacete, activistas denuncian que muchos comercios y espacios culturales han dejado de mostrar simbología LGTBI+ por miedo a represalias o presión social.
Este retroceso no es casual, sino consecuencia directa de una estrategia internacional liderada desde Estados Unidos. La agenda anti-woke impulsada por Donald Trump y su entorno ha generado un cambio de paradigma en el comportamiento empresarial. Las grandes compañías transnacionales, muchas de ellas con sede o capital estadounidense, siguen las directrices del mercado y del poder político norteamericano. No se trata solo de ideología: se trata de intereses. Las empresas no quieren perder inversores, ser objeto de boicots o enfrentarse a medidas fiscales o legales promovidas desde la administración estadounidense. La consecuencia es una retirada generalizada de cualquier gesto que pueda ser interpretado como parte de una «agenda progresista». El capital sigue al imperio, y el imperio ha dictado silencio.
Testimonios desde la base: Albacete también resiste
«Aquí muchos prefieren callarse, no poner banderas, por miedo a agresiones», señala un miembro de un colectivo LGTBI+ de Albacete. La falta de apoyo institucional, sumada al retroceso del compromiso empresarial, ha generado un clima de desprotección creciente. Desde la capital manchega, los colectivos han convocado movilizaciones este 28 de junio, reivindicando un Orgullo combativo, sin patrocinadores ni marcas.
Teléfono 028: un recurso insuficiente frente a la violencia estructural
El 028 Arcoíris es el número de atención integral a víctimas LGTBI+, disponible 24/7 y en varios idiomas. El servicio ofrece apoyo jurídico, psicológico y social. En 2023, recibió más de 6.470 llamadas; en 2024, superó las 9.000. Aunque es una herramienta valiosa, activistas señalan que no resuelve el fondo del problema: «No necesitamos solo líneas de ayuda, necesitamos vivienda, seguridad y derechos reales», denuncian desde Albacete. En muchas provincias, como la albaceteña, la ausencia de centros LGTBI+ permanentes limita gravemente el acceso a recursos.
Conclusión: recuperar el Orgullo como lucha y no como escaparate
La retirada corporativa del Orgullo no es anecdótica, sino sintomática. En un contexto de retroceso global de derechos, las empresas prefieren callar antes que incomodar al mercado o al poder político. Pero el movimiento LGTBI+ no nació en un escaparate ni en una campaña de marketing: nació en la calle, en la lucha, en la desobediencia. Hoy más que nunca, toca recuperar ese espíritu. Porque la diversidad no se celebra en una etiqueta: se defiende en comunidad, con organización popular, desde abajo y contra el capital.