
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha comenzado a configurar su nuevo gabinete antes de la investidura oficial el próximo 20 de enero. Entre las decisiones más sorprendentes está la designación de Elon Musk, el magnate de Tesla y SpaceX, al frente de un ministerio recién creado: el Ministerio de Eficiencia Gubernamental. Esta nueva entidad, diseñada para «reducir la burocracia, eliminar regulaciones excesivas y recortar gastos innecesarios», pone en manos del multimillonario el poder de reestructurar las agencias federales y reformar la estructura del Estado.
El nombramiento de Musk llega tras una intensa campaña electoral en la que el empresario no solo invirtió 118 millones de dólares, sino que también utilizó la influencia de su plataforma social X (la cual en la actualidad ha perdido un 80% de su valor) para apoyar la candidatura de Trump . Musk también se ha comprometido a implementar recortes presupuestarios que podrían alcanzar varios miles de millones de dólares anuales. Su objetivo es claro: reducir la carga fiscal para las grandes fortunas y empresas, siguiendo su conocida aversión a los impuestos. No es casualidad que Musk haya trasladado las sedes de sus empresas a Texas, un estado con una política fiscal mucho más favorable para los negocios.
Para Musk, el Estado debe limitarse a financiar innovación a través de la contratación pública, beneficiando a empresas como SpaceX o Neuralink, que están a la vanguardia de sectores estratégicos. El nuevo ministro también ha expresado su interés en promover una mayor desregulación financiera, particularmente en el ámbito de las criptomonedas, las cuales considera integrar en su red social.
La designación de Musk refleja el estrecho vínculo entre el magnate y el presidente Trump, una alianza que promete una gestión gubernamental orientada al sector privado y a la reducción del papel del Estado. Trump, que se ha presentado como un defensor del proteccionismo económico, ha anunciado además un aumento del 60 % en los aranceles a los vehículos eléctricos importados de China, una medida que beneficia directamente a Tesla, la compañía estrella de Musk.
Este nombramiento no está exento de polémica, dado el historial de Musk en cuanto a evitar el pago de impuestos y su postura abiertamente favorable a la desregulación. Sin embargo, tanto Trump como su nuevo ministro parecen compartir una visión similar: menos intervención estatal y más espacio para la innovación privada, con la promesa de revitalizar la economía estadounidense y fortalecer su competitividad global.
Fuente: Mundo Obrero