Francia atraviesa una tormenta política y presupuestaria sin precedentes. El lunes 2 de diciembre, Michel Barnier, primer ministro en funciones, recurrió al controvertido artículo 49.3 de la Constitución para imponer el Proyecto de Ley de Financiación de la Seguridad Social (PLFSS). Esta maniobra permite aprobar un presupuesto sin votación parlamentaria, pero también abre la puerta a mociones de censura. La oposición no tardó en reaccionar: el Nuevo Frente Popular (NFP) ha presentado moción, y el Rassemblement National (RN) se ha sumado, por lo que el debate se llevará a cabo este miércoles 4 de diciembre.
El aislamiento político de Barnier
La situación de Barnier es precaria. Antiguo comisario europeo, su gestión ha generado rechazo tanto entre sus aliados como en la oposición. Lucie Castets, exaspirante del NFP a Matignon, lo acusó de negociar exclusivamente con el RN, liderado por Jordan Bardella, ignorando otras fuerzas políticas. «Hoy tenemos un gobierno en manos del Rassemblement National», afirmó Castets.
Por su parte, el RN, lejos de apoyar a Barnier, ha utilizado esta crisis para fortalecer su imagen como una alternativa viable al poder. Marine Le Pen y otros dirigentes del partido han enfatizado su intención de censurar el presupuesto, calificándolo de «injusto y punitivo».
La izquierda, representada por figuras como Olivier Faure del Partido Socialista y Fabien Roussel del PCF, también ha criticado duramente a Barnier. Faure pidió al presidente Emmanuel Macron que designe «un primer ministro de izquierda», mientras que Roussel denunció las medidas presupuestarias como perjudiciales para el mundo laboral y los servicios públicos.
El bloque de izquierda, junto con la Francia Insumisa (LFI), ve en esta crisis una oportunidad para acabar con un gobierno que consideran desacreditado. «No será el caos», declaró Mathilde Panot, líder parlamentaria de LFI-NFP, al defender la necesidad de rechazar el presupuesto y hacer caer al ejecutivo.
¿Censura y crisis o pacto político?
Desde el gobierno, los ministros han intentado contrarrestar las críticas apelando a la responsabilidad nacional. Antoine Armand, titular de Economía, advirtió que una censura pondría «en peligro al país». Laurent Saint-Martin, responsable de Presupuesto, alertó sobre el impacto fiscal que esto tendría para millones de franceses.
El RN, por su parte, ha mantenido un discurso calculado, posicionándose como una fuerza seria y capaz de gobernar, mientras ataca las políticas económicas del ejecutivo. «No podemos seguir confiando las finanzas de Francia a personas incapaces», señaló el diputado Jean-Philippe Tanguy.
Michel Barnier se dirigirá esta noche a los franceses en un discurso que podría ser su despedida como primer ministro. Con la Asamblea Nacional preparada para debatir las mociones de censura, el futuro del gobierno depende de un hilo. ¿Será censurado el presupuesto? ¿Sobrevivirá Barnier? Francia espera, mientras su clase política lucha por definir el rumbo del país.
Fuente: Mundo Obrero