La destrucción es enorme y el futuro es difícil, pero celebremos el fin de la muerte, la entrada de ayuda humanitaria y la derrota del supuesto ejército invencible del régimen sionista israelí
Rania, una mujer desplazada por la guerra genocida de Gaza a Egipto, me contó por teléfono que lloraba y reía al mismo tiempo. “Pronto volveré a abrazar la tierra de mi patria. Una tienda de campaña en mi país es mejor que un palacio en el exilio”.
Amjad otro hombre residente en Gaza me dijo: “Por fin podré recuperar los cuerpos de mi familia de debajo de los escombros y enterrarlos con la dignidad que merecen”.
Estos son algunos de los testimonios recogidos por Soha Ahmed Hamdouna, periodista palestina de Gaza, de 27 años y esposa y madre de dos hijas, una vez entrado en vigor el alto el fuego en Gaza.
Estos testimonios son expresión del carácter indómito del pueblo palestino y su determinación por defender su tierra de la ocupación colonialista del régimen israelí.
Netanyahu, con orden de detención por genocidio por la Corte Penal Internacional, había determinado los objetivos de la ocupación de Gaza hace 15 meses cuando inició la guerra. Destruir a Hamás, para que nunca más pueda tener capacidad militar ni administrativa, y liberar a los israelíes detenidos en Gaza. Sin embargo, miembros de su gobierno, con un apoyo social amplio, hablaban directamente de ocupar Gaza, expulsar a la población palestina hacia Egipto y establecer colonias israelíes, al tiempo que se proponía la construcción de resorts, parques temáticos, y otros proyectos especulativos.
El ejército sionista, intentó (en vano, pues más de 300.000 palestinos se negaron) vaciar la ciudad de Gaza y todo el norte de la Franja de Gaza, de población palestina, empujándola hacia el sur, con las amenazas de bombardeos. El corredor Netzarim, sería una línea militar permanente que dividiría a la Franja de Gaza en dos partes, entre el sur y el norte, una línea que va desde la zona israelí hasta el mar. Además, volvería a ocupar el corredor de Filadelfia, la línea que recorre la separación de la Franja de Gaza de Egipto y donde está ubicada la ciudad de Rafah.
El resultado de 15 meses de guerra genocida ha sido demoledor, decenas de miles de personas asesinadas bajo los bombardeos. Según NN.UU., cerca del 70% de las víctimas son mujeres y niños. Más de 100.000 personas han sido heridas y arrastrarán el resto de su vida amputaciones y quemaduras en sus cuerpos. Miles de cadáveres están bajo los escombros de los edificios que han sido destruidos o dañados en más de un 60% del total de Gaza. Han usado el arma del hambre, de la sed, de la falta de las medicinas más básicas, para forzar la rendición, provocando la muerte de miles de personas. En una situación de precariedad total, sin casa, sin alimentos, sin agua, en las últimas semanas, con la llegada del invierno hemos visto a bebés y también a personas adultas morir de frío.
Frente a esa destrucción, los dos objetivos de Netanyahu no se han cumplido. Dicen haber eliminado a 17.000 milicianos, el 50% del activo de Hamas, pero el gobierno saliente de EE.UU. , dice que las bajas han sido rápidamente repuestas. En cuanto a los prisioneros israelíes, el ejército sionista ha fracasado completamente en su misión. No han logrado rescatarlos y además han provocado la muerte de algunos de ellos.
El ejército sionista nunca ha logrado controlar la franja de Gaza en los 15 meses de guerra. En las zonas que teóricamente habían peinado y limpiado de guerrilleros, estos volvían a aparecer una y otra vez, de entre los escombros, destruyendo tanques y eliminando soldados de la ocupación.
En la entrega a la Cruz Roja de tres mujeres israelíes, como primer intercambio de prisioneros, a cambio de 90 palestinos, los milicianos de Hamás que escoltaron a las mujeres fueron recibidos como héroes por la multitud que abarrotaba la plaza. En toda la franja de Gaza, han reaparecido miles de policías uniformados de la administración de Hamás.
Pero el alto el fuego ha sido forzado porque los costos estaban siendo muy elevados para el régimen sionista.
En primer lugar, la degradación moral de una gran parte de la sociedad israelí ha quedado al descubierto. Las víctimas del holocausto nazi, han aparecido a su vez como los ejecutores de un holocausto contra la población palestina.
La población israelí, después del 7 de octubre de 2023 aplaudía casi al completo la guerra genocida iniciada por el régimen sionista. El pasado 15 de enero, The Jerusalem Post informaba que “la mayoría de los israelíes apoyan un acuerdo total de rehenes con Hamás a cambio de la demanda de la organización de poner fin a la guerra”.
Solamente en los primeros 6 meses de la guerra, según datos oficiales del Instituto de Población e Inmigración, unos 550.000 israelíes abandonaron el país. La gran mayoría de la población con doble nacionalidad.
La fuga de personas de Israel es también una fuga de cerebros, de capitales y de cierre de empresas, al menos 75.000, desde que empezó la guerra. Hay una desmoralización social y una desmoralización del ejército. El 100% de reservistas acudieron a la llamada a filas el 7 de octubre de 2023. En las últimas no acuden más del 60%. 21 soldados se han suicidado durante 2024, mientras otros 40.000 tienen problemas mentales que requieren asistencia.
A la guerra genocida en Gaza, se le han sumado diferentes frentes a los que acudir: la resistencia y ataques a colonos y soldados en la Cisjordania ocupada; los ataques de Hizbulá desde el Líbano, al norte; los ataques de milicias desde Siria e Iraq; la intervención de Yemen; el enfrentamiento con Irán, que por primera vez ha atacado directamente a Israel.
La descomposición social del régimen de Israel ha aumentado. Los judíos ultraortodoxos, los jaredíes que representan alrededor del 13% de la población, se niegan a servir en el ejército, lo que priva a este de unos 80.000 soldados. Además, una parte de ellos se oponen al sionismo, considerando que el intento de crear un Estado israelí es ilegítimo y constituye una herejía. El grupo Neturei Karta, considera que el Estado de Israel «nace de robar, matar y oprimir al pueblo palestino».
LAS CLAVES DEL ACUERDO
Las bases del acuerdo entre el gobierno israelí y la organización Hamás, con la supervisión de Qatar, Egipto y Estados Unidos, se establecen en tres fases.
La primera fase, durará 7 semanas, donde habrá un alto el fuego, la entrada masiva de ayuda humanitaria, 600 camiones diarios, el retorno de la población refugiada en el sur hacia sus ciudades, y una retirada escalonada del ejército sionista.
La segunda fase, también de 42 días, debe incluir un alto el fuego permanente, nuevo intercambio de prisioneros y la retirada completa de las tropas de Gaza.
En la tercera etapa, igualmente de 42 días, se intercambiarán por ambas partes los cuerpos de personas fallecidas y se acordará un plan integral de reconstrucción de Gaza, con una duración de entre 3 y 5 años, que será supervisado por Egipto, Catar y la ONU.
La firma de este plan, votado a favor por dos tercios del gobierno israelí, con un tercio en contra, significa aceptar una derrota del régimen sionista frente a la heroica y mártir resistencia del pueblo de Gaza. El fin de los bombardeos, la retirada del ejército y el plan de reconstrucción de Gaza, una afirmación vital del pueblo palestino. Pero evidentemente queda mucho camino y muy difícil, para conseguir una paz duradera, que no puede cimentarse sino en el fin del proyecto colonial, y racista de la ideología sionista. El acuerdo puede descarrilar una vez acabe la primera fase, o más aún en la segunda. Pero Israel no estaría en condiciones, de volver a intentar ocupar la Franja de Gaza.
Si Netanyahu no cedió en el alto el fuego frente a Biden en mayo, es por dos razones. La primera es que tras siete meses después, su ejército seguía sin poder controlar la franja de Gaza frente a la resistencia armada palestina. Su régimen era tratado cada vez más como un paria mundial donde se persigue a sus soldados y dirigentes políticos como criminales de guerra. Y también porque Trump ha apretado en serio las tuercas, que efectivamente tiene EE.UU. sobre Israel. Solamente con cortar la ayuda financiera anual, unos 3.300 millones de dólares, o suspender el envío de armamento, el régimen de Israel colapsaría.
El futuro es muy difícil. El pueblo de Gaza ahora carece de hospitales, escuelas, viviendas, infraestructuras de saneamiento y agua, de energía, de los elementos básicos para la vida, pero celebremos el fin de la muerte, la entrada de ayuda humanitaria, y la derrota del supuesto ejército invencible, del régimen sionista israelí.
Fuente: Manuel García Morales en Mundo Obrero