El número de familias que no pudieron mantener su vivienda a una temperatura adecuada aumentó un 189% con respecto a 2008
Que la vivienda sea un bien de mercado es una desgracia para la clase trabajadora. Especuladores y rentistas ahogan a millones de familias en España como refleja el informe «Ingresos y gastos: una ecuación que condiciona nuestra calidad de vida», presentado este martes por Cáritas, que analiza el impacto del encarecimiento del coste de vida en los hogares más vulnerables, muchos de ellos sin haberse recuperado de los efectos de la crisis económica y social por la pandemia.
Según los datos aportados, el 16,8 % de familias en España o lo que es lo mismo, más de tres millones de personas se quedan por debajo del umbral de la pobreza severa tras pagar la casa, los suministros básicos o la alimentación, unos gastos que han aumentado un 30 % en el último año debido al contexto inflacionario. Esta situación está provocando que se desborde la capacidad económica de muchas familias que ya se encontraban en situación de vulnerabilidad. De hecho, el porcentaje de hogares en pobreza material severa se sitúa ya en el 8,1 % de la población (3,8 millones de personas).
Además el informe señala que el número de familias que no pudieron mantener su vivienda a una temperatura adecuada aumentó un 189 % con respecto a 2008, de acuerdo al último dato de la Encuesta de Condiciones de Vida del INE (2022). En concreto, el gasto en electricidad aumentó un 82 %, mientras que en el caso de los combustibles líquidos para el suministro de calefacciones fue del 180 %.
Miseria capitalista
Con todo, cada vez más familias trabajadoras se ven obligadas a recurrir a fórmulas como subarrendar habitaciones. En apenas cinco años, el porcentaje de hogares con esta casuística ha experimentado un notorio aumento, llegando al 6,6 % en 2022 (más de 1,2 millones de hogares).
De manera paralela, la cifra de familias que habitan viviendas inadecuadas, aquellas que no cumplen con las condiciones mínimas dignas para la vida cotidiana, también ha experimentado un «preocupante» aumento pasando del 25 % en 2018 al 30 % en 2021 (5,6 millones de familias). Al mismo tiempo, el esfuerzo que debe hacer una familia para adquirir un techo donde vivir también está al alza. Hoy son necesarios 7,7 años de renta bruta anual para comprar una vivienda contra los 2,9 años que eran necesarios en 1987.
Fuente: Mundo Obrero