No se trata solo de ayudar, sino de cuestionar cómo y por qué hemos llegado a esta situación, y de proponer alternativas reales para evitar que algo similar vuelva a ocurrir
La DANA del 29 de octubre de 2024 dejó una huella imborrable en Valencia y sus alrededores. A pesar de los meses transcurridos, las heridas siguen abiertas y lo estarán durante años. No se trata solo de reparar los daños materiales, sino de afrontar las secuelas sociales y políticas de una catástrofe que ha puesto de manifiesto las carencias estructurales del actual modelo de gestión de crisis y reconstrucción. Además, el colapso institucional y la incompetencia a todos los niveles es el caldo de cultivo perfecto para que la extrema derecha crezca en el área metropolitana de Valencia y entre la clase obrera. Ante esta situación, la organización de la solidaridad sigue siendo fundamental, pero debe hacerse con una visión política clara y con propuestas concretas que vayan más allá de la mera asistencia inmediata.
La responsabilidad urbanística y el desastre anunciado
Más allá de las responsabilidades políticas actuales e incluso penales por no haber avisado de la catástrofe con la debida antelación, hay una responsabilidad de las instituciones valencianas que se remonta a décadas atrás. Durante años, se ha permitido la construcción descontrolada de urbanizaciones y todo tipo de edificaciones en zonas inundables, sin considerar los riesgos ambientales ni la seguridad de la población.
Este modelo urbanístico ha priorizado los intereses de promotores inmobiliarios y grandes constructoras, ignorando las advertencias de geógrafos, urbanistas y colectivos ecologistas. En lugar de aplicar medidas de contención y planificación responsable, se ha optado por un crecimiento desmedido que ha expuesto a miles de familias a desastres evitables. La DANA no solo ha puesto en evidencia la fragilidad del territorio valenciano ante fenómenos climáticos extremos, sino que también ha demostrado el fracaso de un modelo urbanístico basado en la especulación y la falta de previsión.
Es fundamental exigir responsabilidades no solo a las administraciones actuales, sino también a aquellos gobiernos y organismos que durante años han permitido que se construya sin control. La reconstrucción no puede limitarse a reparar lo dañado, sino que debe incluir una revisión profunda del modelo urbanístico, evitando repetir los errores del pasado y garantizando que las futuras generaciones no hereden un territorio aún más vulnerable a las catástrofes naturales.
La solidaridad organizada como eje de la reconstrucción
Desde el primer momento, los vecinos afectados y los colectivos organizados han demostrado una enorme capacidad de respuesta. Sin embargo, esta solidaridad espontánea ha chocado con la ineficacia de las administraciones y con una preocupante omisión del papel de los voluntarios en los discursos oficiales. En Paiporta, por ejemplo, el Ayuntamiento ha minimizado la importancia de la labor de cientos de personas que participaron en la limpieza de garajes y en la retirada de escombros, en un intento de acaparar el protagonismo de la reconstrucción.
Esta actitud contrasta con la de organizaciones como el PCPV, que desde el inicio ha defendido la necesidad de articular la solidaridad a través de las Brigadas Voluntarias. No se trata solo de ayudar, sino de cuestionar cómo y por qué hemos llegado a esta situación, y de proponer alternativas reales para evitar que algo similar vuelva a ocurrir.
Falta de profesionales y la necesidad de brigadas especializadas
Uno de los mayores problemas actuales en la reconstrucción es la falta de mano de obra especializada. Según informaciones recientes, hay un déficit alarmante de albañiles, electricistas y otros profesionales imprescindibles para recuperar las infraestructuras afectadas. Esta situación no solo ralentiza las obras, sino que pone en evidencia la falta de planificación y de inversión en el sector de la construcción y la rehabilitación.
Una de las propuestas más urgentes del PCPV y las Brigadas Voluntarias es la organización de Brigadas de Profesionales. La experiencia de la Defensa Civil cubana es un referente
Para hacer frente a este problema, una de las propuestas más urgentes desde el PCPV y las Brigadas Voluntarias es la organización de Brigadas de Profesionales que puedan desplazarse desde otros territorios para colaborar en las labores de reconstrucción. Se trata de un modelo ya implementado con éxito en otras crisis, donde la movilización solidaria ha permitido suplir las carencias locales. Estas brigadas no solo aportarían la experiencia y el conocimiento necesarios, sino que también serían un ejemplo de solidaridad activa y comprometida.
La labor continua de las brigadas y el compromiso del PCE
Cada semana, brigadas de diferentes territorios siguen desplazándose a las zonas afectadas para participar en la reconstrucción. Su esfuerzo no solo es una muestra de solidaridad, sino también una oportunidad de aprendizaje colectivo. Sin embargo, para que este esfuerzo tenga un impacto estructural, es fundamental que el PCE sepa adecuar su modelo organizativo a las necesidades concretas de la clase trabajadora.
El Partido debe asumir un papel fundamental en este trabajo, no solo facilitando recursos y coordinando esfuerzos, sino también asegurando que su estructura organizativa responda a los problemas reales que enfrentan las comunidades, no solo en tragedias como la DANA, sino en el día a día ante las víctimas que genera el capitalismo. Es una oportunidad para dotar al partido de una herramienta práctica y territorializada, capaz de responder a situaciones de emergencia y, al mismo tiempo, de generar una organización sólida a largo plazo.
La reconstrucción no debe limitarse a la reparación material de lo destruido, sino que debe concebirse como un proceso político de fortalecimiento de las organizaciones populares
En este sentido, la reconstrucción no debe limitarse a la reparación material de lo destruido, sino que debe concebirse como un proceso político de fortalecimiento de las organizaciones populares. La articulación de esta red de trabajo no solo fortalece la respuesta inmediata, sino que también contribuye a la construcción de una alternativa política basada en la acción colectiva y la organización de la clase trabajadora. La emergencia es un campo de intervención política, y solo si el PCE logra convertirse en una herramienta eficaz para la organización de los trabajadores y trabajadoras podrá transformar su acción solidaria en una estrategia de largo plazo para el cambio social.
Es imperativo que el conjunto del PCE contribuya a este esfuerzo con recursos, formación y organización para que esta experiencia se traduzca en un modelo replicable en futuras emergencias. La articulación de esta red de trabajo no solo fortalece la respuesta inmediata, sino que también contribuye a la construcción de una alternativa política basada en la acción colectiva y la autogestión.
Creación de Grupos de Defensa Civil
Una de las lecciones más importantes que nos deja esta crisis es la necesidad de contar con estructuras organizadas y formadas para responder ante futuras emergencias. Por ello, una de las prioridades en este momento es la constitución de Grupos de Defensa Civil compuestos por profesionales con formación en gestión de crisis, incluyendo voluntarios, policías y militares, todos ellos vinculados a las Brigadas Voluntarias.
Cuba ha desarrollado un sistema altamente efectivo basado en la organización popular, la formación continua y la planificación a largo plazo
La experiencia de la Defensa Civil cubana es un referente en este sentido. Durante décadas, Cuba ha desarrollado un sistema altamente efectivo basado en la organización popular, la formación continua y la planificación a largo plazo. Su capacidad de respuesta ante huracanes y otras catástrofes naturales ha sido reconocida a nivel internacional, demostrando que la clave está en la integración de la comunidad en los mecanismos de prevención y acción.
El colapso del sistema de Protección Civil en España durante esta crisis pone en evidencia la urgencia de replantear el modelo vigente. La falta de coordinación, la insuficiencia de recursos y la dependencia de la buena voluntad de voluntarios han dejado a miles de personas en una situación de vulnerabilidad extrema. Esta situación debe hacernos reflexionar sobre la necesidad de fortalecer estructuras autónomas de respuesta basadas en la organización popular y en la experiencia de modelos exitosos como el cubano.
Conclusión: solidaridad con perspectiva política
La reconstrucción tras la DANA no puede limitarse a una serie de intervenciones dispersas y descoordinadas. Es necesario un enfoque integral que combine la acción solidaria con una estrategia política clara. La organización de la solidaridad, la movilización de profesionales, la construcción de un nuevo modelo de reconstrucción y la creación de Grupos de Defensa Civil son medidas urgentes que deben ser impulsadas de manera inmediata.
El reto es enorme, pero también es una oportunidad para transformar una tragedia en un punto de inflexión. La lucha por una reconstrucción justa y solidaria está en marcha, y es una batalla que solo se puede ganar con organización, compromiso y perspectiva política.
Fuente: Javier Parra y Raquel Rubio en Mundo Obrero