Solo a través de un Estado comprometido con el bienestar del pueblo y con políticas públicas sólidas se podrá garantizar que, ante futuras catástrofes, nadie quede sin protección
La reciente catástrofe causada por la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) en Valencia ha dejado una marca profunda en las comunidades afectadas. Ante la magnitud del desastre, contrasta la intensa movilización de la solidaridad y la organización popular en las tareas de ayuda y reconstrucción, en las que han participado brigadas del Partido Comunista de España, frente a la desorganización de las administraciones públicas en el apoyo a las personas afectadas.
La pésima gestión de la Generalitat Valenciana ha mostrado lo frágil que es la gestión de recursos en manos de incompetentes, sobre todo en momentos de crisis. Hemos llegado a ver cómo se ha priorizado la limpieza de infraestructuras comerciales sobre las necesidades urgentes de las áreas residenciales más afectadas. Esto refleja una profunda desconexión de las instituciones con respecto a las prioridades de las comunidades más vulnerables.
A medida que el planeta experimenta cada vez más fenómenos climáticos extremos, como el vivido en Valencia, surge la reflexión sobre el papel del cambio climático en el agravamiento de estas catástrofes. Las prácticas capitalistas sin control, centradas en la explotación de recursos y la acumulación de beneficios, agravan los efectos del cambio climático y promueven la degradación ambiental sin medir las consecuencias. La DANA, junto con otros eventos extremos recientes, son un recordatorio de que el sistema actual, basado en la maximización del crecimiento sin respeto por el entorno, está poniendo en riesgo la vida y exponiendo a la población a catástrofes que serán cada vez más frecuentes e intensas si no se toman medidas urgentes.
En este contexto, se hace evidente que el Estado y los servicios públicos son esenciales para responder a este tipo de emergencias. La coordinación y los recursos necesarios para actuar con rapidez y eficiencia deben provenir de una gestión pública fuerte y bien estructurada. Sin embargo, durante esta crisis, se ha observado la propagación de discursos antipolítica que, basados en noticias falsas y bulos, intentan desacreditar el papel de las instituciones y reducir la confianza en lo público. Estos discursos no solo desinforman, sino que en ocasiones han servido de parapeto para organizaciones de extrema derecha que no han dudado en propagar sus discursos de odio en medio de la tragedia.
La tragedia causada por la DANA en Valencia subraya la importancia de una respuesta solidaria y efectiva que ponga en el centro a las personas afectadas, especialmente a la clase trabajadora, que es la más vulnerable frente a estos fenómenos. Frente a un modelo capitalista que alimenta la crisis climática, se hace urgente una acción pública firme y coordinada, capaz de responder y prevenir futuros desastres. Las medidas impulsadas desde el Ministerio de Trabajo, así como los paros solidarios y las ayudas extraordinarias, son un paso necesario en la protección de quienes han perdido su sustento y de los que participan en los esfuerzos de reconstrucción. Solo a través de un Estado comprometido con el bienestar del pueblo y con políticas públicas sólidas se podrá garantizar que, ante futuras catástrofes, nadie quede sin protección.
Fuente: Mundo Obrero