La Cumbre del Clima de Bakú avanza a trompicones, lastrada por la presencia creciente del lobby de combustibles fósiles y el enfrentamiento abierto entre el Norte y el Sur global. Chiara Martinelli, directora de Climate Action Network (CAN) Europe, ha sido tajante: “La primera semana ha ido demasiado lenta y demasiado alejada de lo que debería ser”. A falta de menos de una semana para el cierre oficial de la COP29, el ambiente es de pesimismo y frustración.
El gran tema de la cumbre, el Nuevo Objetivo Colectivo Global Cuantificado (NCQG), diseñado para suceder al Fondo Verde para el Clima, no ha logrado avances significativos. Este instrumento pretende movilizar recursos de los países desarrollados hacia los países en desarrollo para afrontar la crisis climática. Sin embargo, las negociaciones están estancadas, con un claro choque entre las posturas del Norte global, reacio a comprometer más financiación, y los países del Sur, que exigen una respuesta justa ante los daños sufridos por el cambio climático.
“La cumbre no puede finalizar sin un plan concreto, como ya ocurrió en el plenario del sábado”, lamentó Martinelli. Por su parte, Mattias Söderberg, de DanChurchAid, recordó que “esto no va de números, sino de personas”. La falta de acción y financiación supondrá efectos devastadores para comunidades vulnerables en todo el mundo.
El caballo de Troya de la industria fósil
Las organizaciones de la sociedad civil han señalado la desmedida influencia del lobby de combustibles fósiles como un obstáculo central en las negociaciones. Un informe de la coalición Kick Big Polluters Out (KBPO) revela que al menos 1.773 representantes de grupos de presión vinculados a esta industria han obtenido acceso a la COP29, una cifra que supera el total de delegados de las diez naciones más vulnerables a la crisis climática, que suman 1.033 personas. “Estamos ante una cumbre donde los contaminadores tienen más voz que las víctimas del cambio climático”, denunció Javier Andaluz, de Ecologistas en Acción.
Entre las delegaciones con mayor presencia de lobistas se encuentran la Asociación Internacional para el Comercio de Emisiones, que ha enviado a 43 representantes, incluidos empleados de TotalEnergies y Glencore. En el caso de España, la Asociación Española del Gas (Sedigas) ha logrado introducir a ocho lobistas en las negociaciones, algo que Andaluz califica de “intolerable”.
El informe también destaca que ocho de los diez grupos de presión más influyentes provienen de países desarrollados. En algunos casos, como el de Japón y Canadá, el personal de la industria fósil ha sido incluido directamente en las delegaciones nacionales. Grandes corporaciones como Chevron, ExxonMobil, BP, Shell y Eni, que han aportado 39 lobistas, también enfrentan críticas por su implicación en conflictos internacionales, como el apoyo a la maquinaria de guerra de Israel, según denuncia la KBPO.
Nnimmo Bassey, de la Health of Mother Earth Foundation, fue contundente: “El control del lobby de los combustibles fósiles sobre las negociaciones climáticas es como una serpiente venenosa que se enrosca alrededor del futuro mismo de nuestro planeta”. Para él, es urgente exponer esta influencia y tomar medidas decisivas para expulsar a estos actores de las conversaciones.
Guterres da la alarma mientras el tiempo se agota
A medida que se acerca el final de la cumbre, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha expresado su “gran preocupación” por el estado de las negociaciones. El riesgo de un nuevo fracaso está cada vez más presente, y la falta de acuerdo sobre financiación climática amenaza con prolongar las discusiones hasta el fin de semana, en una extensión ya habitual en este tipo de encuentros.
La inacción de la Unión Europea, uno de los bloques que más ha promovido la acción climática en el pasado, ha sido otro factor desalentador. Con pocas jornadas de trabajo restantes y un posible acuerdo en el aire, el panorama es sombrío. “No podemos permitir que la influencia de los contaminadores y la complicidad de ciertos países condenen esta cumbre al fracaso”, advirtió Javier Andaluz.
El futuro de la financiación climática y la protección de las comunidades más vulnerables sigue pendiendo de un hilo. La COP29, que debía ser un hito para la acción climática, podría convertirse en otro ejemplo de cómo los intereses económicos prevalecen sobre la urgencia de salvar el planeta.
Fuente: Mundo Obrero