El pasado 5 de abril, cientos de personas se congregaron en Albacete para exigir soluciones al problema de la vivienda en una manifestación convocada por la plataforma Albacete por la Vivienda. La marcha partió desde la plaza José Ramón Martínez Gualda y culminó en la plaza San Juan de Dios, donde los manifestantes alzaron su voz contra la especulación inmobiliaria y los desahucios. Entre las consignas más coreadas destacaron», “Tu casero te roba tu salario», «Vergüenza me daría desahuciar a una familia» y «La vivienda es un derecho y no un privilegio», reflejando el malestar social ante la falta de acceso a una vivienda digna.
La protesta contó con el respaldo de diversos movimientos sociales, sindicatos y partidos políticos, que se sumaron para denunciar el encarecimiento de los alquileres y la precariedad habitacional en la ciudad. Los organizadores criticaron las políticas públicas que, en su opinión, favorecen a los grandes tenedores de viviendas en detrimento de las familias con menos recursos. «No podemos permitir que los beneficios de unos pocos primen sobre las necesidades básicas de la gente», afirmó uno de los portavoces durante la concentración.
Los manifestantes también exigieron medidas urgentes, como la regulación de los precios del alquiler, la ampliación del parque público de viviendas y la paralización de los desahucios sin alternativa habitacional. «No es normal que jóvenes y trabajadores tengan que dedicar más de la mitad de su sueldo a pagar un techo», denunció una asistente, mientras otros recordaron casos de personas que han tenido que abandonar Albacete por la imposibilidad de afrontar los costes de alquiler o hipoteca.
La movilización concluyó con un llamamiento a mantener la presión social y política para lograr cambios reales. Albacete por la Vivienda anunció que seguirá organizando acciones hasta que las administraciones tomen medidas efectivas. «No nos callaremos mientras haya familias sin hogar y mientras la vivienda siga siendo un negocio para unos pocos», sentenciaron los convocantes, dejando claro que la lucha por el derecho a una vivienda digna no ha hecho más que empezar.